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Culpa: masoquismo moral


William-Adolphe Bouguereau (1825-1905): La flagelación, 1880



En nuestra cultura greco-romana y judeocristiana la justicia y la religión se han establecido como ejes estructurantes de la sociedad a través de los cuales generar orden, siendo la culpa un elemento clave en la misma.


Para los romanos, la culpa procede desde fuera (es otro el que me culpa), es decir, no se trata de un sentimiento que procede del propio sujeto: el núcleo semántico de la culpa está en el verbo “culpare” donde existe un agente “culpador” por lo que sin este no es posible la existencia del culpado (es decir, solo hay culpa si existe un culpador externo al culpado). La culpa aparece como una solución a las infracciones de orden social y de los ritos y a la falta de respeto a las conveniencias.


Antes del surgimiento del cristianismo, mientras que el poder civil sólo mandaba en las prescripciones que regulaban la vida social, la soberanía de los dioses iba mucho más lejos y regía la vida entera de cada hombre, multiplicando así infinitamente su posibilidad de pecar. Cualquier desgracia (una sequia, una tormenta o una guerra) aparecían como un castigo a errores que el hombre -y la mujer- desconocía, generando sentimientos de culpa continuos.

Con la llegada del cristianismo se habla de pecado como de la opción elegida por la persona de transgredir una norma, es decir, hay conocimiento de la norma y hay una intencionalidad, se establece así, un código de conducta, lo que supone un avance ya que el hombre y la mujer eran castigados por algo que sabía que no debía hacer.


Así, el pecado y la culpa aparecen como un instrumento de control de las sociedades mediante el establecimiento de códigos de conducta tanto de orden civil como religioso.


Hay que tener en cuenta que los jueces están fuera, pero también dentro: A través de la socialización hacemos nuestras las normas de la cultura, introduciendo sin darnos cuenta a un juez dentro de nuestras cabezas, un juez que dicta sentencia por cada acto que realizamos.

Estaría bien preguntarse: ¿Tiene la mano muy floja nuestro juez con el martillo? ¿Le han dado mis referentes culturales/familiares forma a la severidad/benevolencia del que ahora es mi juez? ¿Puedo bajarles el volumen a sus sentencias?


Culpa y género:


Diversos estudios confirman que la culpa es una emoción que se da con más facilidad en mujeres que en hombres.


Esto tiene sentido si pensamos en como la cultura patriarcal reforzada por la religión ha discriminado y discrimina a la mujer frente al hombre castigándola en situaciones donde el hombre no es castigado (por ejemplo, en el adulterio o simplemente en el ámbito sexual) o privándola de libertades de las que si gozan los hombres. En términos generales, las mujeres son socializadas para ceñirse con obediencia a según que conductas y deberes que si no son realizados tendrán como consecuencia la culpa.


La culpa como emoción y fenómeno psicológico:


Se define la culpa como la aparición de un sufrimiento psicológico asociado a pensamientos y emociones de tipo autoacusatorio en relación con la trasgresión de una norma social real, imaginaria o simbólica. Se trata por tanto de una emoción “moral”.


¿Qué significa que es moral? Que entran en juego toda la serie de normas y valores que hemos construido desde nuestra infancia para diferenciar lo que está bien de lo que está mal.

Por tanto, como apuntan algunos autores, no se trata de una emoción primaria o innata (como lo serían la alegría, la tristeza, la ira, el miedo, la sorpresa, el desagrado o el interés) sino de una emoción secundaria que procede de procesos de aprendizaje social y que por tanto es dependiente de la educación y la cultura.


Así, el psicólogo Michael Lewis retrata a la culpa como un “subtipo” de vergüenza, tratándose ambas de emociones autoconscientes.


¿Qué significa que son autoconscientes? Que se dan cuando en el niño -y en la niña- ha aparecido la capacidad de reconocerse a si mismo como una persona independiente y diferente a las demás. Así, al poder reconocerse como un ser independiente y contar ya con estándares de conductas uno empieza a evaluarse y aparecen sentimientos de ridículo, vergüenza, orgullo y culpa que se manifestaran en menor o mayor medida dependiendo de los mensajes que se han recibido del contexto sociocultural, del modelo educativo y del estilo de apego.


Aunque se trata de una emoción de tipo autoacusatorio existe un referente simbólico que culpa; “un ojo acusador” que tendrá sentido, en cada caso con cada paciente, buscar de quien/que se trata.


En rasgos generales, podemos decir que la culpa:


- Es dolorosa y se presenta a través de diferentes manifestaciones: angustia (ansiedad, fobias, evitación), depresión, irritabilidad-agresividad…

- Muchas veces es ilógica: la persona es consciente de que su culpa pueda ser banalizada o no entendida.

- Reconocer sentimientos de culpa significa reconocer la posibilidad de ser culpable

- Es difícil establecer el limite entre culpa y responsabilidad

- La culpa puede ser denominada de otra manera socialmente mas tolerable (rabia, tristeza, agresividad)



¿Por qué existe la culpa si solo genera malestar? La parte adaptativa de esta emoción:


Cuando la culpa no adopta un patrón aberrante, se presenta de manera excesiva o maladaptativa podemos conceptualizarla como una emoción positiva que nos permite recordar las normas sociales que hemos interiorizado de personas significativas (normalmente, nuestros padres) y constituye la base de la autorregulación social de las conductas. Por tanto, como otras emociones catalogadas socialmente como negativas como el miedo o el enfado, la culpa tiene una función que nos permite vivir de una manera mas ajustada en el mundo y reparar daños causados, siempre que no se presente de manera excesiva.



¿Qué se hace en terapia?


- Crear un ambiente suficientemente cómodo para explorar, explicitar y definir la culpa desde la propia vivencia de la persona

- Buscar ese referente simbólico que nos acusa: ¿es alguien emocionalmente significativo para la persona que actúa como espectador? ¿se trata de referentes del medio cultural?

- Explorar la relación con ese referente: ¿es todo bueno o todo malo?

- Exploración de normas que son de otro(s) y nos hemos “tragado” sin darnos cuenta.

- Análisis de estas normas: cual es la norma, cual es su origen, cuanto compromiso tengo con esa norma,

- Motivación y conciencia: ¿qué quiero hacer con mi culpa?

 
 
 

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